El pensamiento mas profundo

lunes, 18 de abril de 2016

Aquella niña que fantaseaba con la vida adulta ¡Que ilusa!




Érase un vez una niña feliz y risueña. Su único sueño era hacerse mayor y hacer las cosas que hacen los adultos. Quería que dejasen de tratarla como un ser inocente y pueril. Sólo deseaba crecer y adentrarse en ese mundo "prohibido".

Ese día llegó. Nada era como lo había imaginado. Lo que creía algo divertido y lleno de aventuras (como aquellas que se inventaba en sus juegos infantiles) no era más que decepción y problemas.
Ahora que se había convertido en una mujer, deseaba volver a tener 10 años. No quería tener responsabilidades. Tampoco deseaba hacerse cargo de situaciones que sólo le provocaban dolores de cabeza.Y mucho menos quería sentirse desprotegida.

 Había descubierto ese mundo. Cada noche cerraba fuertemente los ojos con la esperanza de que a la mañana siguiente despertase siendo esa renacuaja que tanto echaba en falta. Era su credo de cada anochecer. Y aunque sabía con certeza que era algo totalmente imposible, no podía evitar fantasear con ello.

El mundo de los adultos sí que era una aventura, y de esas en las que el peligro te acecha continuamente. Todo aquello que imaginaba años atrás. hoy parecía una espejismo.

No es que sea infeliz, ¡para nada!, pero es tan frustrante crecer. Ser niño era lo más sencillo del mundo. El mayor riesgo al que te enfrentabas era caerte o hacerte daño, pero luego aparecía tu padre o tu madre a toda prisa a comprobar que estabas en perfectas condiciones: "No pasa nada cielo, cura sana cura sana sino se cura hoy se curará mañana". Ojalá existiese una frase similar para aliviar las "caídas adultas" y así todo te pareciese que estaba en calma y armonía.

La realidad es que no, no la hay, y de nada sirve idealizar con "añiñarse". La única frase de tu  fase madura debe ser: ¡Tu puedes con esto y mucho mas, COMETE EL MUNDO!




Foto: Yo de pequeña 








                                           

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