Fueron tantos los momentos que imagine para los dos. Tantos
planes que quería hacer contigo. Y todos me los borraste de mi mente sin ni
siquiera decirme adiós.
No hubo despedidas. No hubo lágrimas. Te fuiste y lo único
que quedó de ti fue el odio que me obligaste a procesarte. La impotencia de no
poder demostrarte quien realmente era yo. Tampoco me diste esa oportunidad.
A día de hoy sólo hay una razón por la que no querría estar
de nuevo contigo: por ser un cobarde. Fuiste un cobarde por no ser sincero
conmigo. Eres un cobarde por no querer conocerme. Y serás un cobarde por no
creer en las historias con final feliz.
No hubo promesas entre nosotros, ni etiquetas que ponernos.
Pero aun eso echaste a perder mi compañía, mi cariño, todo ese amor que yo
estaba dispuesta a compartir contigo.
Soy consciente de que un solo roce mío no tiene valor
alguno, porque es impagable. A pesar de ello, yo quería regalártelo. Un solo
beso mío tiene el poder de alegrarte el día, pero tú no querías contagiarte.
No puedo evitar sentir lástima por ti, porque una
oportunidad como la que tuvimos no tendrá lugar en un futuro. Por ser cobarde
te perdiste una mujer como yo. Por ser cobarde te privaste de la mejor de las
compañías.
Me perdiste y no hay vuelta atrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario